Tuesday, January 10, 2006

Hablemos (escribamos), más, de simulacros: el lenguaje y la escritura.

El lenguaje. Estamos hartos, ahítos de lenguaje. Somos sistemas de lenguaje: habitus, surcos de lenguaje abiertos a fuego en nuestras carnes.

La escritura, el que escribe: el mito del folio en blanco.

Mito confusionario, oscurantista, mito falso. Los folios siempre están llenos, rebosan, ahí está el Lenguaje, todo, en cada gesto, en cada intento. Lo sabemos todos. En eso que convencionalmente llamamos “pensamiento”, digo, en un solo pensamiento, en ese Instante (y valga la ficción)

“bonitos-ojos-examen-próxima-parada-suspendo... baje-conmigo-quizá-suspendo-adiós-suspendo-seguro”

hay innumerables palabras, incontables, en sentido estricto, ahí está el Lenguaje como parte total.

Se trata, por tanto, no de llenar, sino de desbrozar, de desnudar el Lenguaje; sobre todo, hay que deshacerse de lo esencial, porque lo esencial lo conocemos todos ya, para eso nos han educado.

Y lo que torpemente escribo yo, lo (des)escribieron otros ya, infinitamente mejor:

De pie, en la sombra

de la estela de heridas, en el aire.

De pie-para-nadie-y-para-nada.

No reconocido,

para tí

solo.

Con todo lo que tiene espacio ahí,

incluso sin

lenguaje.

Celan, por supuesto. Y eso es escribir: estar de pie, resistir (stehen), para que “sea preservado un signo llevado por lo oscuro”, un signo que abra ese inmenso espacio del “incluso sin lenguaje”: que el Lenguaje se suicide a través de uno.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home